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domingo, 27 de octubre de 2024

CUIDA TU SALUD

- ¿Sigues con el tratamiento que estabas tomando? -preguntó Anabel-.

- Sí, no lo puedo dejar. Lo tengo que tomar de por vida -dijo Ángela-.

- Vaya, un engorro ¿verdad? Lo digo por mí, que por culpa de la diabetes no puedo dejar la medicación -dijo Anabel-.


- Desde que estoy tomando las pastillas del colesterol, he perdido casi diez kilos. No me importa, pero no me gustaría adelgazar más -dijo Ángela.-

- Hace tiempo que no te veo con aquel traje color caqui tan mono...dijo Anabel-.

- Ah, se me ha quedado grande y como ese, muchas prendas más -dijo Ángela-.

- Ten cuidado, porque a ese ritmo te puedes quedar en el chasis -dijo Anabel-. De todas formas, no creo que el motivo sea solo por las pastillas. Creo que puede ser porque has dejado de tomar grasa y azúcar. También te aconsejo que tengas cuidado, porque conozco personas que han estado al borde de un infarto porque se confían en la medicación y se creen que pueden comer de todo -dijo Anabel-.

- Ese no es mi caso -dijo Ángela-.


Teresa Ribello



domingo, 20 de octubre de 2024

Un tipo horrible

 Joe pensaba en qué llevar de regalo a la señorita Havisham para la próxima vez que fueran a verla. Pip decía que no tenía intención de llevarle nada. Él solo quería que le diera permiso de medio día para ir a la ciudad y ver a la señorita Havisham. Lo que quería realmente era ver a Estella, pero eso no lo dijo.


Joe aceptó la proposición, pero con la condición de no intentarlo de nuevo si lo hacía como expresión de gratitud por un favor recibido.

Orlick, el obrero que tenía Joe, no simpatizaba mucho con Pip. Cuando Pip era pequeño, Orlick lo asustaba diciéndole que había que encender el fuego con un niño vivo. Cuando Pip se convirtió en aprendiz de Joe, Orlick creyó que tarde o temprano perdería el puesto, con lo que la antipatía creció mucho más.

Cuando Pip recordó a Joe que ese día le tenía que dar permiso para ir a la ciudad, Orlick dijo que ese favor también se lo tendría que dar a él. Que si Pip iba a la ciudad, Orlick también iría allí.


Teresa Ribello

GG.EE., Charles Dickens 

domingo, 13 de octubre de 2024

Sospecha en el barrio

 La tienda estaba cerrada cuando Elsa necesitaba comprar algunos botes de leche y fruta. ¿Por qué estaría cerrada tan temprano? No eran ni las siete de la tarde. Por el camino, antes de llegar al establecimiento, vio a un señor, todo de negro, salir por la puerta principal con unas bolsas. Justo cuando llegaba Elsa, la cierran. Todo parecía raro.


- No he podido traer nada. Además, es la única tienda que podría haber estado abierta en el barrio -dijo Elsa-.

- Es normal, en domingo...-dijo Federico-.

- Sí, pero esa tiendecita siempre abre los domingos hasta tarde. Viene bien para aquellas cosas que se te olvidan durante la semana -dijo Elsa-.

- Bueno, vete preparando para el baile de esta noche -dijo Federico-.

Elsa mira por la ventana.

- Federico, ven. Ese señor es el que salía de la tienda esta tarde, cuando fui por la fruta. Está hablando con Lucía, la dueña. Van muy bien vestidos.

- Quizás es su novio y van también para el baile -dijo Federico-.

- No sabía que Lucía tuviera novio, aunque, la verdad es que llevo poco tiempo frecuentando la tienda -dijo Elsa-.

- No te preocupes, si hay algo sospechoso, en este barrio nos acabaremos enterando.


Teresa Ribello.






domingo, 6 de octubre de 2024

El maestro Joe

 Una vez ya en casa de la señorita Havisham, esta, al ver a Joe, le preguntó: "¿Es usted el marido de la hermana de este muchacho?"

Joe, en vez de dirigirse hacia a señorita Havisham, lo hizo hacia Pip y dijo: "Cuando me casé con tu hermana, fue con la idea de ser su marido."

Joe dijo que Pip nunca había tenido inconveniente en trabajar con él.

Todas estas cosas las seguía diciendo sin aún dirigirse hacia la señorita Havisham.

Pip intentaba, de una manera u otra, que contestara a la señora y no a él. Pero no servía de nada.

La señorita Havisham preguntó a Joe si había traído el contrato de aprendizaje. Este entregó el documento a Pip y no a la señorita Havisham.

Después de haberlo leído, la señorita Havisham dijo que Pip se había ganado una recompensa. Veinticinco guineas. Pip las dio a su maestro, Joe.

Se despidieron. Pip preguntó si debían volver otra vez, y la señorita Havisham les dijo que no, que Joe sería ahora su maestro.

Teresa Ribello

GG.EE., Charles Dickens




Escogiendo traje

Cada vez faltaba menos para la marcha de Pip. Como poseedor de un gran porvenir, le venían imágenes de la gente humilde que iba a la iglesia...