Páginas

domingo, 26 de febrero de 2023

Abracadabra

 El recinto estaba hasta la bandera. El espectáculo empezó temprano, sobre las seis y media; poco a poco se fue llenando y no cabía un alfiler. Daba hasta un poco de miedo estar allí, rodeada de tanta gente, pensando que no podrías salir tan fácilmente si te pasara cualquier cosa.


Me gustaba ver que había guardias de seguridad por todo el recinto. Y es que, por un momento me sentía indefensa, desarmada, pensando que en cualquier momento podría pasar algo. Son las paranoias que pasan por la cabeza. Es más lo que imaginamos que lo que realmente sucede.

Bueno, lo que importaba era lo que estábamos presenciando. Digo estábamos, porque afortunadamente no iba sola. Menos mal que a mi marido le gusta la magia. En un principio íbamos a ver un recital de poesía, que también nos encanta. Iba a ser en el centro de arte literario de la ciudad, pero en vez de eso y, atraídos por un anuncio en el periódico optamos por la magia.

El joven ilusionista demostró sus grandes dotes de mago y no hizo fracasar el espectáculo. A cambio de nuestro deseo de ver un gran show, nos devolvió una función con sabor a triunfo y llena de novedades.

El número que más me impactó fue cuando el chico se cambiaba de traje con una rapidez impresionante, así de repente y sin esconderse en ningún sitio. Y es que un mago debe reunir una serie de características para llegar a ser un gran artista, pero sobre todo, creo que lo más difícil es saber actuar bajo los ojos atentos de los espectadores.

                                                                                                         Teresa Ribello.




domingo, 19 de febrero de 2023

Mar revuelto



Capítulo 3 - 2ª Obra


 - ¿Has visto qué diseños tienen esos pañuelos? -dijo Valentina, acercándose a uno de los puestecillos del paseo-.

- Sí, son preciosos, pero a mí lo que me ha encantado es aquel pasador para el pelo. ¿Se puede probar? -dijo Lucía-.


- Claro, faltaría más. Cójalo, sin problema -dijo el vendedor-. Es muy elegante y le favorece a su color de pelo. No se lo piense y lléveselo.

- Es verdad, te queda bien -dijo Valentina-.

- Sí, lo compro. A veces me molesta tener el pelo en la cara y termino por recogérmelo -dijo Lucía-. Gracias. Vamos a ver los animales.

- Mira, hay lagartos -dijo Héctor-.

- Lo siento, pero no es mi fuerte. ¡Oh! Adoro los peces. Son de colores -dijo Lucía-. 

- Me dijiste que tenías algunos en casa, ¿verdad?

- Sí, son todos de color dorado. Muy lindos. Fue un regalo de mi madre para una Navidad. Aunque no emiten sonidos, ni te lamen, ni tocan, también ofrecen compañía y tranquilidad. 

- Claro, solo con verlos moverse de esa manera tiene que relajar -dijo Valentina-.

- ¡Hola! A ustedes les conozco -dijo Lucía, dirigiéndose al vendedor de uno de los puestos-. ¿Desde cuándo estais trabajando en esto?

- Llevamos ya algún tiempo. Nos tenemos que ganar la vida en algo. Hasta que no nos salga otra cosa mejor, tenemos que seguir con esto. Lo usamos como alternativa cuando no vemos otra salida. A veces hemos tenido que acudir a Voluntades Unidas. El otro día recibí una carta de vosotros informándome sobre una ayuda que solicité para los niños, pero quisimos rehusar de ella. Esto ahora nos está ayudando un poco y no queremos abusar.

- Eso me parece un acto de buena voluntad por vuestra parte. No obstante, ya saben dónde estamos si nos necesitan. ¡Buen día y hasta luego!

- ¡Buen día!


La familia continuó trabajando en su tenderete de animales, no sabiendo cómo ponerlos en su debido sitio para que fueran más visibles al público viandante.

- El mar está revuelto y las olas parece que no están de humor -dijo Héctor mientras cogía de su bolsa unas cuantas patatas fritas-.

- Cuando veo el mar tan agitado, a veces me viene a la memoria lo que viví en aquella prueba tan dramática con mi hermana Alicia. Éramos pequeñas y no supimos manejar aquella ola que venía hacia nosotras. Desde entonces no he vuelto a ir a la playa con el mar embravecido -dijo Lucía-.

- ¿Quién fue a socorreros? -preguntó Héctor-.

- Mi padre, ¿quién si no?. Era una persona fuerte que se atrevía con todo. No le temía a nada ni a nadie y hacía grandes cosas por nosotras. No sé cómo pudo ser capaz de soportar el ímpetu del agua, a la vez que intentaba salvarnos.

- Pues sí que fue valiente tu padre -dijo Valentina-.

- Para mí, un héroe. ¿Qué has visto en tu móvil ahora, Héctor? 

- La noticia de un posible delito ecológico en el ayuntamiento de esta ciudad. Por lo visto se han presentado denuncias contra los alcaldes por trasladar aguas sin depurar.

- ¿Y no saben los riesgos que eso puede causar en perjuicio de nuestra salud? -dijo Lucía-. Deberían ser cesados del Ayuntamiento, y no solo por eso.

- Pues sí, pero como siempre, la clase política se ampara en que no hay presupuesto suficiente para poder construir una estación depuradora y por tanto, trasladan esta responsabilidad a otro organismo, que por supuesto, también pondrá otra traba -dijo Héctor-. En el ayuntamiento se está de lujo.

- ¿Se está de lujo? Pues también conozco una asociación que, precisamente denuncia esos casos y por persistir mucho en el problema, ya han resuelto unos pocos -dijo Lucía-.

- Me parece estupendo -dijo Héctor-.

- ¿Qué hace la policía ahí tan agrupada? -dijo Valentina-.

- Están mirando hacia el suelo. Parece que hay algo sospechoso -dijo Lucía-.

- Sí, parece que han visto una mancha de sangre junto a las montañas. Se cree que pueda haber sido un secuestro -dijo una mujer que pasaba por allí-.

- ¿Un secuestro? ¿Se sabe de quién? -preguntó Lucía-.

- Se cree la posibilidad de que pueda ser el hijo del empresario Marcos Toro -dijo la mujer-.

- Le vi ayer por la calle Sauce -dijo Lucía-.

- Todo ha ocurrido durante el mediodía. Su padre está también con ellos.


                                                                                             Teresa Ribello.


domingo, 12 de febrero de 2023

Bloqueo



Capítulo 5 - 2ª Obra


 He tenido mis dificultades a la hora de querer expresar algunas sensaciones o situaciones. Ha habido días en los que mi mente ha estado un poco más "espesa", o no ha estado a la altura que hubiera querido. Y es que es difícil esto de escribir.


Muchas veces te sientes bloqueada y tienes que interrumpir la escritura en un momento en el que te hubiera gustado seguir, pero no hay ideas que poner, no se te ocurre nada más...lamentándolo mucho tienes lo tienes que dejar. Estableces enseguida otro momento para continuar, en el que te pueda venir un río lleno de nuevas ideas.

A veces escribo mucho y otras no me extiendo demasiado.

En este capítulo me ha costado dar nombre a un organismo central del cual depende Lucía, la protagonista.

Me he quedado atrancada por no saber si pasar a otro tema o continuar con lo mismo. Me pasa lo mismo cuando tengo que rellenar algunos huecos, y eso me hace pararme a pensar muchas veces.

Luego está el tema de poner nombre a las regiones, ciudades, etc. Aunque la historia es ficticia, en algunas ocasiones no he sabido si poner nombre real o ficticio.

A pesar de todas las dificultades, ¡disfruto escribiendo!

                                                                                                     Teresa Ribello

domingo, 5 de febrero de 2023

August no quiere ir al colegio

 


La lección de August-R.J. Palacio


En el segundo capítulo se contempla el rechazo que le produce a August el hecho de tener que ir al colegio. No quiere ir. Cómo, en un principio, sus padres le llevan la corriente, uniéndose a él, porque si el pequeño no quiere ir al colegio, el niño no va al colegio. Sus padres se lo permiten.

El niño sube a los regazos de su madre y las rodillas de su padre, como si no pasara nada. Todos tan campantes.

Pero digo yo, el niño necesitará una educación...

Su madre está más a favor de su formación que el padre. Dejarían la discusión para otro momento.

Su madre intenta convencerle y le dice que el director del colegio está deseando conocerle, el cual ya ha visto fotos mostradas por el padre de sus últimas vacaciones.

Ahí, August se da cuenta de que, tanto su padre como su madre están cada día más de acuerdo en llevarle al colegio.

Me gusta la forma de escribir de esta autora, porque utiliza la narración junto con el diálogo. Es la misma forma que utilizo para escribir en la actualidad, tanto con Prohibido mirar el reloj como con el libro en el que estoy inmersa ahora, el cual, todavía está sin título. 

Esa forma de escribir me parece fantástica, porque da mucho movimiento a la lectura. Con los diálogos te puedes introducir mejor en la historia y los personajes. Es una muy buena manera de poder comprender mejor la historia.

                                                                                                       Teresa Ribello.


Alimentos engañosos

De entre todos los productos de la lista de la compra para esa semana, observó que muchos de ellos eran de último lanzamiento y verdaderamen...