La tienda estaba cerrada cuando Elsa necesitaba comprar algunos botes de leche y fruta. ¿Por qué estaría cerrada tan temprano? No eran ni las siete de la tarde. Por el camino, antes de llegar al establecimiento, vio a un señor, todo de negro, salir por la puerta principal con unas bolsas. Justo cuando llegaba Elsa, la cierran. Todo parecía raro.
- No he podido traer nada. Además, es la única tienda que podría haber estado abierta en el barrio -dijo Elsa-.
- Es normal, en domingo...-dijo Federico-.
- Sí, pero esa tiendecita siempre abre los domingos hasta tarde. Viene bien para aquellas cosas que se te olvidan durante la semana -dijo Elsa-.
- Bueno, vete preparando para el baile de esta noche -dijo Federico-.
Elsa mira por la ventana.
- Federico, ven. Ese señor es el que salía de la tienda esta tarde, cuando fui por la fruta. Está hablando con Lucía, la dueña. Van muy bien vestidos.
- Quizás es su novio y van también para el baile -dijo Federico-.
- No sabía que Lucía tuviera novio, aunque, la verdad es que llevo poco tiempo frecuentando la tienda -dijo Elsa-.
- No te preocupes, si hay algo sospechoso, en este barrio nos acabaremos enterando.
Teresa Ribello.