Ella me ha insistido para que acepte ese nuevo trabajo. No quería que siguiera donde estaba; la verdad es que yo tampoco. No me apetecía seguir en un sitio con tanta presión, con un jefe con unas ideas tan raras y vivir con un mañana incierto.
Tenía compañeros con los que se podía hablar, pero ellos tampoco estaban muy contentos con la situación laboral. A uno de ellos el jefe le rechazó las vacaciones que tenía preparadas para ir a ver a su familia a Canadá. Otro compañero fue despedido por pretender mejorar un sistema de seguridad, el cual no valía mucho últimamente para el funcionamiento correcto de la empresa.
Mi capa de inconformismo era importante. Muchas cosas trataba de ignorarlas y callaba, pero otras era imposible. Había visto generarse violencia por parte de algunos empleados, y eso sí que no lo iba a aceptar ni tolerar. Hay que saber distinguir y diferenciar lo que es un trabajo digno de lo que no lo es.
No se pueden herir ni lastimar los derechos que tenemos los trabajadores. Al contrario, hay que cuidar de no lastimar la libertad de poder aportar algo bueno a la empresa.
Hay que buscar el momento para comunicar al personal todos los pasos que se van dando en la organización y todas las mejoras que se van produciendo.
Aceptaré el trabajo.
Teresa Ribello.