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domingo, 21 de mayo de 2023

Desapacible día

 

Se respiraba paz en aquella casa, aunque no faltasen los problemas. La chica que prestaba 

servicios domésticos tres veces por semana ya se había marchado. Había tendido toda la 

ropa, fregado la cocina y hasta le había quitado el polvo al vidrio que había en el testero 

de la cocina, junto a la alacena.


Cristóbal había iba a la capital a comprar algunas cosas para reponer el negocio y eligió 

esa mañana para poder hacerlo, así que cogió su pequeña furgoneta color marrón 

aparcada en la acera de enfrente.



Al principio se resistió antes de salir, pues llovía intensamente. 

La plaza estaba totalmente encharcada y se hacía difícil cruzar 

la calle sin empaparse.


María estaba junto a la mesa del patio haciendo una de sus

aficiones favoritas. Tenía en sus manos un bastidor que portaba un bonito bordado de 

naturaleza silvestre.


- ¿Así vas a salir, con la que está cayendo? -dijo María-.

- ¿Qué le vamos a hacer? Me quedaría aquí contigo, pero hay que seguir trabajando. Ya 

solo quedan tres meses para la jubilación... -dijo Cristóbal-.

- Trae algo de carne para la cámara congeladora -dijo María-. Y ten cuidado.

                                                                    

                                                                              Teresa Ribello


lunes, 8 de mayo de 2023

En el columpio


Hoy he querido mostrar una pequeña parte de un libro maravilloso, que me regalaron hace ya algún tiempo, y del cual quedé fascinada. Bruno conoce a Shmuel, en medio de una escena de conflicto y horror.



Por fin instalado en el centro del neumático, empezó a columpiarse como si no tuviera ni una sola preocupación, sin importarle que fuera uno de los columpios más incómodos en que se había sentado jamás.

Luego se tumbó boca abajo sobre el neumático y se dio impulso con los pies en el suelo. Cada vez que el neumático se balanceaba hacia atrás, Bruno alcanzaba a tocar el tronco de un árbol con un pie, lo que le permitía impulsarse para elevarse más rápido y más alto. Aquello funcionó muy bien hasta que, de pronto, resbaló justo cuando intentaba darse un nuevo impulso y cayó de bruces al suelo, produciendo un ruido sordo.


Todo se volvió negro, pero al pronto recuperó la visión y se incorporó. En ese momento el neumático oscilaba hacia atrás y le golpeó la cabeza. El niño soltó un grito y se apartó de su trayectoria. Cuando por fin logró ponerse en pie, le dolían mucho un brazo y una pierna, pues había caído sobre ellos, aunque no creía que los tuviera rotos. Se miró la mano y la vio cubierta de arañazos, y en el codo se había hecho un buen rasguño. La pierna le dolía más que el brazo, y cuando se miró la rodilla, que asomaba justo por debajo de sus pantalones cortos, vio un ancho corte que parecía estar esperando a que Bruno lo descubriera, pues en ese instante la herida empezó a sangrar profusamente.

- ¡Vaya! -exclamó Bruno, y se preguntó qué debía hacer.




Fragmento de "El niño con el pijama de rayas" de John Boyne

Alimentos engañosos

De entre todos los productos de la lista de la compra para esa semana, observó que muchos de ellos eran de último lanzamiento y verdaderamen...