En el Jabalí Azul, Pip pudo encargar la cena rápidamente. El camarero le preguntó si debía avisar al señor Pumblechook. Pip le dijo que no.
La señorita Havisham había adoptado a Estella y también tenía intención de adoptar a Pip y su intención era criarlos juntos.
Pip tendría que, entre otras cosas, dar luz a las habitaciones por las mañanas, poner en marcha los relojes, encender el fuego de la chimenea, quitar las telarañas, etc.
Cuando Pip amaba a Estella, la amaba porque la consideraba irresistible. Pip la amaba contra toda razón.
Cuando Pip tocó la puerta, le tocaron el hombro por detrás y se llevó un sobresalto al verse cara a cara con un hombre vestido de gris. Era Orlick.
Las instrucciones de Orlick habían terminado ya; le dio un martillazo a la campana y Pip se dirigió al largo corredor.
Teresa Ribello
Grandes Esperanzas, Charles Dickens

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