Los niños se encontraban jugando en el parque, mientras los padres formaban un corro para hablar sobre cómo les iba a sus hijos en el colegio. El tiempo parece que no acompañaba demasiado, pues era una tarde de otoño calurosa.
-¿Por qué no nos ponemos debajo de aquella esquina? -sugirió una de las madres-.
- Marcos, recoge el cuaderno del suelo y ponlo en tu mochila -dijo otra madre-.
En ese momento llegó una sutil ráfaga de aire que refrescaba un poco el cálido día.
- Este aire fresco ha llegado como un hechizo. De repente nos ha refrescado a todos.
Se escuchaba por todas partes el eco de los niños que jugaban en el parque, en total libertad.
El otoño no había hecho más que comenzar y todo transcurría con total normalidad.
Teresa Ribello
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