Pip y el señor Wemmick salieron, a las ocho y media, otra vez con dirección a Little Britain. El señor Wemmick poco a poco iba recobrando la dureza de su carácter, conforme iban acercándose a su destino.
En cuanto pisaba la oficina, se olvidaba completamente de su propiedad en Walworth, donde había estado con Pip.
Estaban el tutor, Pip, Drummle y Startop en la misma habitación, sentados alrededor en la mesa, para comer. El tutor puso a su lado a Drummle y Startop al otro.
La criada dejó un exquisito plato de pescado. Después hubo carnero y un ave.
La criada no retiraba los ojos del tutor. Esta quitaba enseguida las manos del plato que le servía por temor a que le dijera alguna cosa.
Durante la cena, el tutor obligaba a los muchachos a que exteriorizaran sus puntos más débiles.
Pip dijo que tenía inclinación a derrochar dinero, a tener vanidad de su maravilloso porvenir. Lo mismo ocurría a todos los demás, aunque a Drummle le pasaba con mayor grado.
Teresa Ribello
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