En la siguiente visita a la señora Havisham, Pip tuvo como deber pasear en silla de ruedas, después que se hubiera cansado de andar apoyada en el bastón y en el hombro de Pip. Todo ello, dentro de la propia estancia. Eso, todos los días en el transcurso de diez meses.
Pip quería saberlo todo, pero la señorita Havisham, prefería que siguiera siendo un ignorante.
Solo le daba dinero para las comidas diarias. Desde un principio no se fijó un salario por los servicios del muchacho.
La señorita Havisham, en otra de las visitas de Pip, propuso a este que empezase a trabajar con Joe inmediatamente. Ella le hizo venir a su casa.
Cuando Pip llegó a casa y comunicó todo, su hermana entró en cólera.
Al día siguiente, Joe, vestido de domingo, acompañó a Pip. La hermana de este, se quedaría en la casa del tío Pumblechook y luego la recogerían.
Eran las doce de la mañana. Joe y Pip iban camino de la señorita Havisham.
Teresa Ribello
GG.EE., Charles Dickens
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