El eco de su voz parecía venir de lejos, al menos a mí me lo parecía, pero cuando me di cuenta, ya estaba cerca de mí. Era mi primo, que también cogía el autobús procedente de Madrid para Colmenar.
- Me parece que llego tarde al cumpleaños de Amelia -dijo mi primo-.
- ¿Hoy es el cumpleaños de mi prima? Vaya, es verdad. ¿Cómo está tu familia? He estado fuera tanto tiempo...
- No nos podemos quejar, salvo un pequeño accidente que tuvo mi padre hace algunos meses, que lo ha tenido en cama durante un tiempo, pero todo bien.
- ¿Conduciendo? -pregunté-.
- Sí, mientras se dirigía a la presentación del libro de mi hermana Amelia -dijo mi primo-.
- Cada vez tengo más respeto a la carretera. Muchas veces, según para qué cosas, trato de no usar el coche. Depende de la ruta que tenga que realizar.
Agarré la botella de agua que tenía en mi bolso y mientras bebía impulsivamente, por el calor que hacía, el agua fluía por mi camisa de lino blanco.
Según el panel de información de la parada, faltaban cinco minutos para la llegada del autobús.
- Parece que en esta parada hay poca sombra. Nos vamos a abrasar -dije, recolocándome el sombrero.
- Conviene que llegue ya el autobús...
Teresa Ribello.
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