En el piso de arriba se escuchaba buena música, por lo menos para Alexandra era buena música.
Era compositora y percibía a la perfección cuándo una música era de calidad y cuándo no.
Aprendió muy pronto a componer. Era lo que más le gustaba en el mundo. Desde muy jovencita.
Lo intentó varias veces, pero su familia siempre le ponía alguna traba.
- Estudia cosas serias. Te vas a dar con un muro en las narices -le decía su padre.
No se hacía justicia con ella. Las explicaciones de su familia no le convencían.
Pero si solo quería escribir para otros artistas...Cuando le pasaba todo esto, bajaba a la playa, respiraba hondo y lo único que quería era conectar con el mar, para escuchar sus olas.
Al fin pudo acabar con toda aquella contrariedad, aunque había acabado la carrera de Derecho.
Empezó a probar suerte de la mano de un conocido de gran altura. Se fijó en su trabajo como autora y también como persona. Fueron una pareja estupenda durante dos años, hasta que David, que así se llamaba, tuvo que marchar a su país, Noruega, por motivos de trabajo. Ella, sin embargo, no pudo acompañarle...Tenía pendiente una intervención en los ojos.
Alexandra cargó con la basura para bajarla al contenedor. Se detuvo en el rellano.
-¡David!... ¿Eres tú el de la música del piso de arriba? -.
-Sí...sí...-contestó David, incrédulo-.
Teresa Ribello.
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