El señor Pumblechook preguntó a Pip que cómo le había ido en la ciudad.
Pip soló contestó que muy bien. Solo contestó esa frase y eso no gustó a su hermana Joe, que ya empezaba a amenazarle.
El señor Pumblechook empezó a interrogar a Pip sobre todo lo que había visto en la casa de la señora Havisham, pero Pip solo contaba mentiras. Pip confesó a Pip todas esas mentiras y este no hacía más que decirle que fuera por los caminos rectos para llegar a ser una persona extraordinaria. "Procura vivir y morir feliz", le decía Joe.
La hermana de Pip había mandado a Pip que fuese a buscar a Joe a Los Tres Alegres Barqueros, con amenza de castigo si no volvía. En un bar que había allí, Pip entró y encontró a Joe con el señor Wopsle y un desconocido. Este volvió la cabeza y miró a Pip. Estaban bebiendo ron y charlando sin parar.
El desconocido regaló a Pip un chelín que se sacó de su bolsillo. Lo envolvió en un papel arrugado y se lo dio diciendo: "Para ti solo". Pip le dio las gracias y salió de allí con Joe.
A la hermana de Pip parece que no le gustó el mencionado regalo y Joe tuvo que encaminarse de nuevo para devolverlo a Los Tres Alegres Barqueros, pero cuando llegó, el desconocido se había marchado. Joe dejó el recado en el bar referente a los billetes.
Aquella noche se durmió con la idea de la nueva visita del próximo miércoles a la casa de la señorita Havisham.
Teresa Ribello
GG.EE., Charles Dickens
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